Libre de aceites, queroseno o cables, Sylvestrina está siempre a mano, lista para cualquier ocasión. Su nombre rinde homenaje a un pescador de la Costa Brava —Silvestre, un personaje alto, delgado y elegante—, y en la mesa deja apenas un rastro, como si fuera una botella de vino. Un simple toque en su base la enciende y permite ajustar la intensidad en tres modos: completa, media o apagada.
Sylvestrina viaja en empaque plano para facilitar su transporte y se desmonta en tres piezas —la base con batería, la fuente de luz y la pantalla envolvente—, lo que asegura una reparación sencilla y una larga vida útil.